miércoles, 1 de diciembre de 2010

El pensamiento de Byung-Chul Han

El pensamiento de Byung-Chul Ham








































Filósofo  actual  “invitado”:    byung-chul han

Presentación del personaje

Byung-Chul Han nació en Seúl (Corea del Sur) en 1959.
Estudió metalurgia en su país de origen y, decepcionado de esta materia, marchó a Alemania con intención de dedicarse al aprendizaje de la literatura.
Pronto descubrió que lo suyo era la filosofía y en la década de los 80 conoció a los filósofos alemanes y europeos en general, estudiando en las universidades de Múnich y  Friburgo, donde leyó  ya en 1995 su tesis doctoral sobre Heidegger.
En el año 2000 se incorporó al departamento de filosofía de la universidad de Basilea. En el 2010 llegó a ser profesor en la universidad de Karlsruhe. Desde 1012 es profesor de filosofía y estudios interculturales en la universidad de arte de Berlín, donde dirige el Studium generale.
Resulta llamativo observar cómo Alemania, patria de grandes filósofos, ha encontrado en un coreano, afincado en Alemania, la nueva revelación del pensamiento europeo. Byung-Chul, conocedor de la filosofía contemporánea, dialoga en sus obras con pensadores fundamentales como Heidegger, Marx o Foucault y se inserta en la línea crítica del pensamiento negativo de Adorno, Horkheimer o Baudrillard.
Han trata de entender e interpretar la sociedad contemporánea como sociedad del cansancio y de la trasparencia; analiza las características del neoliberalismo como mutación del capitalismo tradicional y nos habla del “otro” y de la necesidad de las relaciones interpersonales. Al mismo tiempo profundiza en el tema de la violencia y del poder con una originalidad sorprendente y realiza un balance crítico del mundo digital.
Los pequeños volúmenes publicados por Han son un soplo de aire fresco, pero cargados de críticas a la cultura de masas. Curiosamente se han convertido en superventas en Alemania y han sido traducidos a los principales idiomas.

Algunas de las principales obras de Byung-Chul son: - La sociedad de la trasparencia              -La sociedad del cansancio    -La agonía del eros   -Topología de la violencia    -En el enjambre –Psicopolítica   -El aroma del tiempo

LA SOCIEDAD DE LA TRASPARENCIA Y DEL CANSANCIO

Byung-Chul Han dedica dos de sus principales obras a describirnos la sociedad del neoliberalismo en la que vivimos, un mundo lastrado por la trasparencia y el cansancio. En sus obras posteriores sigue desarrollando esta crítica. ¿Qué quiere decir Han con estas expresiones y por qué ambas las utiliza desde el pensamiento “negativo” que le caracteriza?

La sociedad de la trasparencia
Han ve en la trasparencia una norma cultural creada por las fuerzas de mercado neoliberal que constituye un insaciable impulso hacia la divulgación de todo tipo de información que raya en algo pornográfico. ¿Qué se podría objetar a esta característica que parece positiva? Según Byung-Chul, esta apertura crea un estado totalitario que se carga valores como la vergüenza, el secreto o la confidencialidad. El secreto, la extrañeza, la “otredad” constituyen un obstáculo para una comunicación ilimitada. El dispositivo de trasparencia implica un  efecto allanador, como si cada cual vigilara al otro. El conjunto de la vida social se convierte así en mercancía y espectáculo. La existencia de algo depende de que sea “expuesto”, de su valor de exposición en el mercado.
De ese modo la sociedad expuesta se convierte en pornográfica y esa exposición hasta el exceso transforma todo en mercancía. Lo invisible no existe. Todo es entregado desnudo y sin secreto, dispuesto para ser devorado. Lo único que da valor al ser es el aparecer y el exhibirse.
Adelantando algo en lo que más tarde profundizaremos, Han denuncia que ya no hace falta una vigilancia opresiva, como en otras épocas. Hoy nos desnudamos y aparecemos como espectáculo, de forma voluntaria ante las redes sociales y los medios digitales. Entregamos todos los datos sin ningún tipo de coacción. Se reclama trasparencia en nombre de la libertad de comunicación. Nos desinteriorizamos y el sistema se encarga de saber qué hacer con esa información para someternos con nuestro consentimiento.

La sociedad del cansancio
Vivimos con un gran cansancio, producido por la sobreexposición a los estímulos y eso nos aleja de la verdadera reflexión. Estamos demasiado activos, rodando conforme a una estupidez mecánica. Rodeados de aguijones (consumismo, trabajo y mercado global) somos incapaces de tener tiempo para dedicarnos a “pensar”. Nuestra percepción queda fragmentada y dispersa y hace que nuestra mente se convierta en autómata.
Todo esto nos conduce al colapso del yo, derivado de demasiada ocupación, por sobreabundancia de lo idéntico. La aceleración suprime cualquier “entretiempo”. Esta situación nos carga con demasiada ocupación y hace que la razón vague atosigada, sin importarle el contenido de la acción.  
Ahora se explota la psiqué y como consecuencia la sociedad actual sufre trastornos neuronales causados por el exceso de “positividad” y de información. Hemos llegado al infarto del alma y un paisaje patológico de depresiones, agotamientos y trastornos de personalidad por hiperactividad ennegrece nuestro mundo.

La violencia en el neoliberalismo no viene de fuera sino de dentro, es represión interiorizada. El hombre y la mujer de nuestra época se convierten a sí mismos en sus propios explotadores. El sistema neoliberal obliga a los seres humanos a actuar como empresarios y competidores con el otro.
Neoliberalismo: autoexplotación, violencia interna y psicopolítica

El yo, como proyecto, que cree haberse liberado de las coacciones externas, se somete a coacciones internas propias en forma de una sumisión al rendimiento y a la optimización. El yo lucha consigo mismo como con un enemigo, siguiendo el evangelio del rendimiento y la optimización. Es el sujeto del rendimiento (debe rendir, producir y triunfar por encima de los otros) y se cree a sí mismo libre, pero es un esclavo sin amo que se explota a sí mismo voluntariamente. En realidad no son libres los sujetos que compiten, el único libre es el capital.
No es eficiente explotar a alguien contra su voluntad, es más eficaz que cada uno asuma su propia explotación, creyéndose libre.
 Solo la explotación de la libertad genera mayor rendimiento. Mientras se compite “libremente” el capital aumenta. Los seres humanos dentro de este sistema neoliberal viven impulsados por la necesidad de perseverar y no fallar y por la ambición de la eficiencia y el éxito. En esta autoexplotación se produce el colapso. Quien fracasa se hace a sí mismo responsable y se avergüenza y no cuestiona el sistema. Imposible así afrontar críticamente el día a día, aislados en nuestro interior.
Todo esto produce cansancio y depresión, no alienación en el sentido marxista, pues desaparece la coerción externa. No hay alienación sino autoexplotación voluntaria. Frente a Marx que nos habla de una sociedad disciplinaria de explotación ajena, Byung-Chul nos muestra una sociedad de rendimiento en la que el amo y el esclavo se confunden. El ser humano se convierte en animal “laborans” y es a la vez celador y prisionero, verdugo y víctima de sí mismo. Recordando la dialéctica de Hegel de amo y esclavo, el esclavo de hoy es el que ha optado por su propio sometimiento y lo ha hecho a cambio de un modo de vida poco interesante de casi pura supervivencia.
La lucha de clases de la que nos hablaba Marx es ya imposible. En el neoliberalismo, al convertirse el trabajador en empresario, esa lucha pasa de ser externa a ser interna con uno mismo.
Han  analiza las técnicas de poder del capitalismo neoliberal que van dirigidas a la esfera de la psiqué y la convierte en la mayor fuerza productiva. En lugar de utilizar el poder opresor, se vale de un poder seductor inteligente que consigue que los seres humanos se sometan por sí mismos sin ser conscientes de ello. El poder no tiene que adquirir necesariamente forma de coacción; cuanto más silencioso es, mejor actúa. El sujeto sometido no es consciente de su sometimiento y se presume libre. El neoliberalismo en lugar de hacer a mujeres y hombres sumisos, los hace dependientes. No opera contra la voluntad, sino que dirige la voluntad a su favor. Este poder inteligente lee y evalúa nuestro pensamiento (para ello cuenta con los medios digitales) y de ese modo no necesita superar resistencias.
El neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, no se ocupa de lo biológico-somático, sino de la psiqué, utilizando fuerzas productivas inmateriales, informaciones y programas.

La inexistencia del “otro”: narcisismo y agonía del eros

El sujeto neoliberal, como empresario de sí mismo, no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Libre en realidad es estar entre amigos, libertad es una palabra relacional. El aislamiento total al que nos condena el neoliberalismo nos hace narcisistas y esclavos. Todo eso, según Han, tiene como consecuencia insana rechazar la existencia del “otro” y no asumir que el “otro” es la raíz de todas nuestras esperanzas.
En “La agonía del eros” Byung-Chul muestra que los seres humanos en este sistema neoliberal  nos encerramos en una especie de narcisismo y autorreferencia que conduce a la pérdida del eros es decir del deseo y nos hace incapaces de dedicarnos al otro, al no-yo. Nos restringimos a nuestra mismidad. Por eso sexo, pornografía y exhibicionismo están reemplazando al amor y al deseo. La superabundancia de positividad y autorreferencia conducen a una pérdida de la interacción.
El pensamiento se basa en el deseo de algo que uno todavía no tiene. Por eso la agonía del eros es también la agonía del pensamiento. Sin el deseo hacia un ser amado que es el otro no hay posibilidad de filosofía. Hay una relación directa entre el eros y el logos. El logos sin eros sería pensamiento abstracto, vacío. Sin eros el pensamiento se hace represivo y pierde vitalidad.
La mercantilización, propia del neoliberalismo,  solo conoce un uso de la sexualidad: su valor de exposición como mercancía. El diálogo con el otro deja paso a la palabrería  y a que pase el tiempo. La relación con el otro que sería la solución a nuestros traumas neuróticos, a nuestro narcisismo y a nuestra depresión queda truncada.

Los medios digitales y las redes sociales producen soledad e incapacidad de percibir realmente al otro. La comunicación digital hace que se erosione la comunidad, el “nosotros” real y agudiza el sentimiento de aislamiento.
Crítica del mundo digital

Byung-Chul Han arremete contra todo lo que huela a silicio no solo en su obra “En el enjambre”, dedicada especialmente a ese tema, sino también en el conjunto de sus obras. Considera que estamos ante un enjambre digital, formado por individuos, que no desarrollan ningún “nosotros”. Los modelos colectivos fundados en las nuevas tecnologías   son fugaces e inestables, como rebaños constituidos por animales.
En la comunicación digital la comunicación y la información, cree han, se envían y reciben sin “mediación”. Smarphone es un aparato digital que trabaja con un input-ouput de poca complejidad. Borra toda forma de negatividad (es decir de pensamiento crítico) y con ello se olvida de pensar de forma compleja. Fomenta solo una visión a corto plazo.
Los aparatos digitales traen consigo una nueva forma de esclavitud pues transforman todo lugar en un puesto de trabajo y todo tiempo en una ocupación frecuentemente estéril. Culmina en un exceso de información que hace que se atrofie el auténtico pensamiento. Algunos gadgets se convierten en lugar de devoción, ocupando el mismo puesto que el rosario de la tradición católica. El smarphone es un confesionario móvil con el amén del “me gusta”.
El Big Data (o acumulación masiva de datos, utilizables por agentes interesados) permite adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la sociedad de la comunicación. Ahí nos desnudamos voluntariamente. Se trata de una comunicación de dominación. Los mercados y el poder que deriva de ellos se apodera de los datos que los individuos entregan de forma efusiva y voluntaria. Esta herramienta les permite hacer pronósticos sobre el comportamiento de las personas y condicionarlas a nivel prerreflexivo. La expresión libre y la hipercomunicación se convierten en control y vigilancia. Los medios sociales son panópticos digitales. Los individuos se desnudan ante ellos voluntariamente. Así el Big Data es un instrumento psicológico que permite adquirir datos para la dominación de la mente.
Todas estas reflexiones y críticas de Han en torno al mundo digital podrían ser discutibles, pero nos alertan en relación a la nueva estrategia de psicopolítica utilizada por el sistema neoliberal.

                                                                                  Mikel Askunze

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