El pensamiento de Byung-Chul Ham
Filósofo actual “invitado”: byung-chul han
Presentación del personaje
Byung-Chul Han
nació en Seúl (Corea del Sur) en 1959.
Pronto
descubrió que lo suyo era la filosofía y en la década de los 80 conoció a los
filósofos alemanes y europeos en general, estudiando en las universidades de
Múnich y Friburgo, donde leyó ya en 1995 su tesis doctoral sobre Heidegger.
En el año 2000
se incorporó al departamento de filosofía de la universidad de Basilea. En el 2010
llegó a ser profesor en la universidad de Karlsruhe. Desde 1012 es profesor de
filosofía y estudios interculturales en la universidad de arte de Berlín, donde
dirige el Studium generale.
Resulta
llamativo observar cómo Alemania, patria de grandes filósofos, ha encontrado en
un coreano, afincado en Alemania, la nueva revelación del pensamiento europeo.
Byung-Chul, conocedor de la filosofía contemporánea, dialoga en sus obras con
pensadores fundamentales como Heidegger, Marx o Foucault y se inserta en la
línea crítica del pensamiento negativo de Adorno, Horkheimer o Baudrillard.
Han trata de
entender e interpretar la sociedad contemporánea como sociedad del cansancio y
de la trasparencia; analiza las características del neoliberalismo como
mutación del capitalismo tradicional y nos habla del “otro” y de la necesidad
de las relaciones interpersonales. Al mismo tiempo profundiza en el tema de la
violencia y del poder con una originalidad sorprendente y realiza un balance
crítico del mundo digital.
Los pequeños
volúmenes publicados por Han son un soplo de aire fresco, pero cargados de
críticas a la cultura de masas. Curiosamente se han convertido en superventas
en Alemania y han sido traducidos a los principales idiomas.
Algunas de las principales obras de Byung-Chul son: - La sociedad de la trasparencia -La sociedad del cansancio -La agonía del eros -Topología de la violencia -En el enjambre –Psicopolítica -El aroma del tiempo
LA SOCIEDAD DE
LA TRASPARENCIA Y DEL CANSANCIO
Byung-Chul Han
dedica dos de sus principales obras a describirnos la sociedad del
neoliberalismo en la que vivimos, un mundo lastrado por la trasparencia y el
cansancio. En sus obras posteriores sigue desarrollando esta crítica. ¿Qué
quiere decir Han con estas expresiones y por qué ambas las utiliza desde el
pensamiento “negativo” que le caracteriza?
La sociedad de la trasparencia
Han ve en la
trasparencia una norma cultural creada por las fuerzas de mercado neoliberal
que constituye un insaciable impulso hacia la divulgación de todo tipo de
información que raya en algo pornográfico. ¿Qué se podría objetar a esta
característica que parece positiva? Según Byung-Chul, esta apertura crea un
estado totalitario que se carga valores como la vergüenza, el secreto o la
confidencialidad. El secreto, la extrañeza, la “otredad” constituyen un
obstáculo para una comunicación ilimitada. El dispositivo de trasparencia
implica un efecto allanador, como si
cada cual vigilara al otro. El conjunto de la vida social se convierte así en
mercancía y espectáculo. La existencia de algo depende de que sea “expuesto”,
de su valor de exposición en el mercado.
Adelantando
algo en lo que más tarde profundizaremos, Han denuncia que ya no hace falta una
vigilancia opresiva, como en otras épocas. Hoy nos desnudamos y aparecemos como
espectáculo, de forma voluntaria ante las redes sociales y los medios
digitales. Entregamos todos los datos sin ningún tipo de coacción. Se reclama
trasparencia en nombre de la libertad de comunicación. Nos desinteriorizamos y
el sistema se encarga de saber qué hacer con esa información para someternos
con nuestro consentimiento.
La sociedad del cansancio
Vivimos con un
gran cansancio, producido por la sobreexposición a los estímulos y eso nos
aleja de la verdadera reflexión. Estamos demasiado activos, rodando conforme a
una estupidez mecánica. Rodeados de aguijones (consumismo, trabajo y mercado
global) somos incapaces de tener tiempo para dedicarnos a “pensar”. Nuestra
percepción queda fragmentada y dispersa y hace que nuestra mente se convierta
en autómata.
Todo esto nos
conduce al colapso del yo, derivado de demasiada ocupación, por sobreabundancia
de lo idéntico. La aceleración suprime cualquier “entretiempo”. Esta situación
nos carga con demasiada ocupación y hace que la razón vague atosigada, sin
importarle el contenido de la acción.
Ahora se
explota la psiqué y como consecuencia la sociedad actual sufre trastornos
neuronales causados por el exceso de “positividad” y de información. Hemos
llegado al infarto del alma y un paisaje patológico de depresiones,
agotamientos y trastornos de personalidad por hiperactividad ennegrece nuestro
mundo.
La violencia en el neoliberalismo no
viene de fuera sino de dentro, es represión interiorizada. El hombre y la
mujer de nuestra época se convierten a sí mismos en sus propios
explotadores. El sistema neoliberal obliga a los seres humanos a actuar
como empresarios y competidores con el otro.
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El yo, como
proyecto, que cree haberse liberado de las coacciones externas, se somete a
coacciones internas propias en forma de una sumisión al rendimiento y a la
optimización. El yo lucha consigo mismo como con un enemigo, siguiendo el
evangelio del rendimiento y la optimización. Es el sujeto del rendimiento (debe
rendir, producir y triunfar por encima de los otros) y se cree a sí mismo
libre, pero es un esclavo sin amo que se explota a sí mismo voluntariamente. En
realidad no son libres los sujetos que compiten, el único libre es el capital.
No es
eficiente explotar a alguien contra su voluntad, es más eficaz que cada uno
asuma su propia explotación, creyéndose libre.
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Todo esto
produce cansancio y depresión, no alienación en el sentido marxista, pues
desaparece la coerción externa. No hay alienación sino autoexplotación
voluntaria. Frente a Marx que nos habla de una sociedad disciplinaria de
explotación ajena, Byung-Chul nos muestra una sociedad de rendimiento en la que
el amo y el esclavo se confunden. El ser humano se convierte en animal
“laborans” y es a la vez celador y prisionero, verdugo y víctima de sí mismo.
Recordando la dialéctica de Hegel de amo y esclavo, el esclavo de hoy es el que
ha optado por su propio sometimiento y lo ha hecho a cambio de un modo de vida
poco interesante de casi pura supervivencia.
La lucha de
clases de la que nos hablaba Marx es ya imposible. En el neoliberalismo, al
convertirse el trabajador en empresario, esa lucha pasa de ser externa a ser
interna con uno mismo.
Han analiza las técnicas de poder del capitalismo
neoliberal que van dirigidas a la esfera de la psiqué y la convierte en la
mayor fuerza productiva. En lugar de utilizar el poder opresor, se vale de un
poder seductor inteligente que consigue que los seres humanos se sometan por sí
mismos sin ser conscientes de ello. El poder no tiene que adquirir necesariamente
forma de coacción; cuanto más silencioso es, mejor actúa. El sujeto sometido no
es consciente de su sometimiento y se presume libre. El neoliberalismo en lugar
de hacer a mujeres y hombres sumisos, los hace dependientes. No opera contra la
voluntad, sino que dirige la voluntad a su favor. Este poder inteligente lee y
evalúa nuestro pensamiento (para ello cuenta con los medios digitales) y de ese
modo no necesita superar resistencias.
El
neoliberalismo, como una forma de mutación del capitalismo, no se ocupa de lo
biológico-somático, sino de la psiqué, utilizando fuerzas productivas
inmateriales, informaciones y programas.
La inexistencia
del “otro”: narcisismo y agonía del eros
El sujeto
neoliberal, como empresario de sí mismo, no es capaz de establecer con los
otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Libre en realidad es
estar entre amigos, libertad es una palabra relacional. El aislamiento total al
que nos condena el neoliberalismo nos hace narcisistas y esclavos. Todo eso,
según Han, tiene como consecuencia insana rechazar la existencia del “otro” y
no asumir que el “otro” es la raíz de todas nuestras esperanzas.
En “La agonía
del eros” Byung-Chul muestra que los seres humanos en este sistema
neoliberal nos encerramos en una especie
de narcisismo y autorreferencia que conduce a la pérdida del eros es decir del
deseo y nos hace incapaces de dedicarnos al otro, al no-yo. Nos restringimos a
nuestra mismidad. Por eso sexo, pornografía y exhibicionismo están reemplazando
al amor y al deseo. La superabundancia de positividad y autorreferencia conducen
a una pérdida de la interacción.
El pensamiento
se basa en el deseo de algo que uno todavía no tiene. Por eso la agonía del
eros es también la agonía del pensamiento. Sin el deseo hacia un ser amado que
es el otro no hay posibilidad de filosofía. Hay una relación directa entre el
eros y el logos. El logos sin eros sería pensamiento abstracto, vacío. Sin eros
el pensamiento se hace represivo y pierde vitalidad.
Los medios digitales y las redes
sociales producen soledad e incapacidad de percibir realmente al otro. La
comunicación digital hace que se erosione la comunidad, el “nosotros” real
y agudiza el sentimiento de aislamiento.
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En la
comunicación digital la comunicación y la información, cree han, se envían y
reciben sin “mediación”. Smarphone es un aparato digital que trabaja con un
input-ouput de poca complejidad. Borra toda forma de negatividad (es decir de
pensamiento crítico) y con ello se olvida de pensar de forma compleja. Fomenta
solo una visión a corto plazo.
Los aparatos
digitales traen consigo una nueva forma de esclavitud pues transforman todo
lugar en un puesto de trabajo y todo tiempo en una ocupación frecuentemente
estéril. Culmina en un exceso de información que hace que se atrofie el
auténtico pensamiento. Algunos gadgets se convierten en lugar de devoción,
ocupando el mismo puesto que el rosario de la tradición católica. El smarphone
es un confesionario móvil con el amén del “me gusta”.
El Big Data (o
acumulación masiva de datos, utilizables por agentes interesados) permite
adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la sociedad de la
comunicación. Ahí nos desnudamos voluntariamente. Se trata de una comunicación
de dominación. Los mercados y el poder que deriva de ellos se apodera de los
datos que los individuos entregan de forma efusiva y voluntaria. Esta
herramienta les permite hacer pronósticos sobre el comportamiento de las
personas y condicionarlas a nivel prerreflexivo. La expresión libre y la
hipercomunicación se convierten en control y vigilancia. Los medios sociales
son panópticos digitales. Los individuos se desnudan ante ellos
voluntariamente. Así el Big Data es un instrumento psicológico que permite
adquirir datos para la dominación de la mente.
Todas estas
reflexiones y críticas de Han en torno al mundo digital podrían ser
discutibles, pero nos alertan en relación a la nueva estrategia de
psicopolítica utilizada por el sistema neoliberal.
Mikel Askunze
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